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Desarraigadas formas del decir e interrogar...

lunes, marzo 13, 2017

Desde otro mundo**

Llevo menuda conciencia
sobre una luna desmesurada,
vacíos los cordeles
para colgar el alma mía.

Llevo la suerte de un oráculo
bajo los techos de la indignación,
impregnada de helechos
con una visera para evitar el sol. 

Llevo la constancia de escribir,
desde las primeras luces
hasta el término de la vigilia,
en noches con trapos viejos.

Llevo las nostalgias 
estrujadas en celdas
en un mismo recuerdo
con la ilusión del inicio.

Llevo la amígdala con grasa,
miles de años,
para recoger los golpes de luz
y saber que es tu nombre.

Llevo la estatura y peso
de las golondrinas 
y no quepo en los espacios
que vas dejando tras las estrellas.

Llevo borradores borrados
de asuntos livianos,
te das vuelta y te miro,
el pasado con tu zodiaco puesto.

Mi incipiente traducir
tus textos al trinar de los canarios
y, si de verdad crees, 
deja de escribir sobre tus codos.

Por que llevo la nariz con sol,
me suelo preguntar sobre los colores
y llevo raseros lejanos
en medio del plasma de un retrato tuerto.
  
Iluminar bajo las sábanas,
rascarme la espalda en los epitafios,
y tu no asistes a las ferias de los que ríen 
con tu cara triste y las mangas descosidas.

Llevo la constancia de escribir
hasta que las letras se agotan,
me escarben el cerebro,
el demiurgo que llevamos dentro.

Ya el cansancio de descifrar me aturde,
y con escaras en cada renglón 
cerceno la realidad,
las dimensiones con sus vestidos puestos.

Todo está revuelto, difícil de recordar,
y te llevo entre portones, bancos de parque, 
con los fantasmas necios tras los espejos
y si te llamo, es porque está haciendo frío.

Llevo una cruz
en un llavero de tagua
y destapo una tumba
para cubrirme con su oscura tierra.

Llevo un agujero
para ver el mundo
desde otro lado
desde otro mundo.

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